lunes, 1 de junio de 2009

Poema

Escuchad las palabras de la Gran Madre, quien en tiempos remotos fue llamada entre los hombres Artemisa, Astarte, Atenea, Dione, Melusine, Afrodita, Cerridwen, Cibeles, Arianhord, Isis, Diana, Bride y por muchos otros nombres; y en cuyos altares las juventudes de Lacedemonia en Esparta hacían los rituales correspondientes:

Cuandoquiera que tengais necesidad de algo, una vez al mes, y preferentemente cuando la Luna esté llena, os reuniréis en algún lugar secreto y adorareis mi Espíritu, pues soy Reina de todas las brujas.

Allí os reuniréis, aquéllos que buscáis conocimiento pero no habéis sondeado sus secretos más profundos; puesto que yo os enseñaré lo que os es aún desconocido.

Y seréis libres de toda esclavitud; y como símbolo de libertad iréis desnudos en vuestros ritos; y habréis de danzar, cantar, festejar, y amaros, todo en alabanza mía;

Pues mío es el éxtasis del espíritu, y el goce en la tierra. Y mi Ley es el amor a todos los seres.

Mantened puro vuestro mayor ideal, avanzad siempre hacia él, no permitiendo que nada os detenga u os desvíe del camino. Puesto que mía es la puerta secreta que abre la Tierra de la Juventud, y míos son el cáliz del vino de la vida, y el caldero de Cerridwen, el Sagrado Grial de la inmortalidad.

Yo soy la Diosa de la Gracia, que obsequia el goce a los corazones de los hombres.

En la tierra, yo otorgo el conocimiento del espíritu eterno, y más allá de la muerte, doy paz y libertad, y reunión con quienes han partido antes. No demando nada en sacrificio, pues yo soy madre de todo lo viviente, y mi amor lo vierto en la Tierra.

Atended a las palabras de la Diosa de las Estrellas, el polvo de cuyos pies conforma los cielos, y cuyo cuerpo circunda el Universo:

Soy la belleza de la Tierra verde, y la blanca Luna entre las estrellas; soy el misterio de las aguas, y el deseo en el corazón del hombre.

Alzáos y venid hacia mí.

Pues soy el alma de la Naturaleza, que da vida al Universo. De mí todas las cosas proceden, y a mí deben retornar; y ante mi rostro, amado por Dioses y hombres, permitid que vuestro Ser Divino interior se envuelva en el éxtasis del Infinito.

Que la adoración hacia Mí esté en el corazón de quien se regocija; pues ved que todos los actos de amor y placer son Mis rituales.

Y que de este modo haya belleza, y fuerza, poder y compasión, honor, humildad y reverencia en vuestro interior.

Y vosotros que me buscáis, sabed que vuestro deseo y búsqueda no serán satisfechos a menos que conozcáis el misterio: que si aquello que buscáis no lo encontráis en vuestro interior, jamás lo encontraréis fuera.

Sabed que, para protegeros, he estado con vosotros desde el comienzo; y que soy aquello que está ligado al final del deseo.


DOREEN VALIENTE

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